¿Sin ti no soy nada?¿Qué?
Sin ti no soy nada…
Sin ti niña mala
Sin ti niña triste que abraza su almohada
Tirada en la cama,
Mirando la tele y no viendo nada
Amar por amar y romper a llorar
Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada
Porque sin ti no soy nada.
Si analizas la letra, algo que en principio parece romántico no deja de ser una triste manifestación de una persona totalmente anulada, incapaz de valorarse por sí misma.
Por esta razón parece ser que el Gobierno de Navarra la incluyó en su lista de “canciones que promueven el machismo”.
Este “himno” del pop español, que estuvo en las listas de canciones más escuchadas, no puede describir mejor qué siente una persona que sufre dependencia emocional.
Según el autor de la canción: “Sin ti no soy nada refleja una realidad que nada tiene que ver con una relación ideal, habla de una adicción”.
¿Cómo una persona puede llegar a decir que no es “nada” sin otra, que su alma, su cuerpo y su voz no sirven de nada? Es terrorífico si lo piensas bien.
El camino de la liberación
Marta vino a terapia porque tenía cada vez más ansiedad y creía que estaba entrando en una depresión. Su autoestima estaba por los suelos y sentía que apenas tenía energía para funcionar en su día a día.
En la primera cita le expliqué el modo en el que íbamos a trabajar en la terapia: ella me contaría anécdotas que le vinieran a la mente acerca de su vida y yo, puntualmente, le haría breves comentarios para que fuera encajando las piezas de su “puzle mental” de forma paulatina.
En ese proceso salió a la luz el daño que le hacía la relación con Javi, su actual pareja.
Él nunca le hacía cumplidos ni mencionaba todo lo que ella hacía a diario para agradarle. A veces pensaba que se había convertido en su limpiadora y secretaria.
Pero lo que peor llevaba Marta era que su pareja le proponía tener una relación abierta. Ella había accedido a hacer tríos sin realmente desearlo.
Ahora Javi se estaba viendo cada vez más con una chica de su su trabajo, con la que no paraba de hablar con el móvil. Marta se estaba sintiendo celosa, aunque jamás se había percibido así. Pero él le decía que era sincero, que desde el principio le había dejado las cosas claras.
Me dijo que ni siquiera se había planteado cortar con él, que lo quería mucho a pesar de todo. No se imaginaba su vida sin Javi y tampoco toleraba la idea de estar sola.
Un día me preguntó por qué se fijaba siempre en ese tipo de chicos y por qué ellos también la elegían a ella. Le dije que no tardaría en descubrirlo ella misma.
Su anterior pareja fue un chico de perfil narcisista, todo giraba en torno a él. La hizo sentir tan insignificante, tan torpe… Se quedó fatal después de aquella ruptura. Y el anterior, más de lo mismo.
Pero Marta creía que Javi era diferente. Era un chico que caía bien a todo el mundo. Su familia lo adoraba. Tenía un buen trabajo, era deportista, no bebía alcohol, no tomaba drogas ni nada por el estilo. Pero claro, todo eso era lo que se veía desde fuera.
A medida que avanzamos en su terapia Marta se dio cuenta que Javi y sus anteriores parejas tenían un perfil similar a su padre, un hombre exitoso y espléndido al que todos admiraban y al que ella especialmente adoraba.
Marta reconoció que fue un padre autoritario y exigente, al que temía desde pequeña. Nunca mostró afecto a su familia. Su principal foco de atención fue siempre el trabajo. Todo se hizo bajo su criterios, además con mano dura y bajo el presupuesto que lo hacía todo por ellos.
Ella estudió lo que él quería, en la universidad que él decidió y tuvo también el trabajo que a él le pareció más adecuado.
Se llegó a sentir culpable en la terapia por no haberse revelado antes, por haberlo permitido todo. Pero curiosamente ni siquiera se había planteado antes la idea de llevarle la contraria a su padre.
Por otra parte, también se dio cuenta que de alguna forma estaba repitiendo el mismo rol de su madre, una mujer sumisa, siempre bajo la sombra de su padre.
Marta recuerda que de adolescente pensaba que no quería ser de mayor como ella. Pero parecía que estaba abocada a repetir el mismo destino.
Descubrir esta esto fue doloroso para Marta, a la vez que muy liberador. De forma paulatina empezó a desmitificar a los hombres con ese perfil, que siempre le habían generado un enorme dolor.
Al mismo tiempo, Marta empezó a sentirse cada vez más segura de sí misma, más alejada del papel de víctima que vio en su madre. Pudo empezar a poner límites, a manifestar aquello que no le gustaba.
Se empezó a plantear que la relación con Javi no funcionaba. Ya sabía que él no quería cambiar y ella tampoco tenía la intención de que lo hiciera.
En el fondo Marta sabía que nunca le había gustado, solo estaba con él para llenar sus vacíos afectivos.
Por fin estaba empezando a quererse a ella misma, aunque sabía que le quedaba aún un largo camino por delante.
¿Qué es la dependencia emocional?
La dependencia emocional es una adicción que se caracteriza como un apego exagerado a otra persona.
En mi práctica como terapeuta veo que mis pacientes salen con el tiempo de otras adicciones, como al tabaco, al alcohol, al juego. Pero la dependencia a las relaciones tóxicas es sin duda muy complicada, incluso diría que es la adicción más difícil de erradicar.
Los síntomas pueden ir desde la obsesión con la otra persona, hasta sentir una gran impotencia de no saber qué hacer para hacer que la relación funcione, además están la falta de concentración, el insomnio, la inestabilidad emocional, etc.
¿Por qué es algo tan adictivo? La parte abusiva utiliza el “refuerzo intermitente”, lo que viene a ser darte “una de cal y otra de arena”. Es lo que se usa en las máquinas “tragaperras”, que tiras una moneda tras otra porque esperas que en un momento vendrá lo “bueno”, pero la mente ignora lo “malo”: el dinero que está despilfarrando.
En las relaciones de dependencia no solo se puede despilfarrar dinero, pues el abusador también puede utilizar económicamente a su víctima, se gasta una energía y un tiempo preciosos para invertirlos en tí, en disfrutar tu vida, en quererte, en divertirte.
Y no hay que olvidar que donde hay dependencia no hay amor, solo hay un vacío que se pretende llenar. Recuerda lo siguiente: “si duele, no es amor”.
¿Cómo se sale de ahí?
Lo más importante es que tomes conciencia de que estás en una relación de dependencia emocional, y que como cualquier adicción no va a ser fácil el proceso.
En ese camino asumirás que no es tu culpa. En tu infancia de alguna forma te enseñaron que esa es la forma de relacionarse y tu mente lo normalizó.
Todo lo que aprendemos de pequeños queda grabado en una especie de “programa mental”. Por esa razón, es muy complicado erradicar determinadas conductas.
A medida que vayas trabajando en terapia, tu autoestima, tu amor propio, el respeto a tu propia persona va a verse cada vez más reforzado.
Y no hay un mayor antídoto contra cualquier adicción que el amor propio: lo cura todo.
Lo que no podemos hacer es seguir poniendo tiritas a problemas que requieren de una cura en profundidad.
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