Te voy a hacer una pregunta: ¿Alguna vez te has sentido culpable por tus adicciones?
De sobra se sabe que las adicciones son perjudiciales para la salud, que te roban energía, tiempo e incluso el dinero.
Pero aún así, vuelves a caer en ellas una y otra vez.
¿Sabes de dónde viene la palabra adicto? Es una historia curiosa…
Addictus era un personaje de la antigua Roma dado a los placeres terrenales: un auténtico “vividor”.
Le pedía dinero a sus conocidos y luego no lo devolvía.
La solución para casos como el suyo consistió en crear una ley por la eran entregados como esclavos a sus acreedores.
Después se llamó así a todos los que vivieron su misma suerte.
Los Addictus tenían sesenta días para saldar la deuda. Si no lo hacían, los romanos que los retenían en las cárceles privadas de sus casas, podían venderlos o incluso matarlos.
Hoy día el adicto sigue siendo un esclavo, aunque en un sentido más figurado.
No solo existe la adicción a las drogas, cuyo consumo, por cierto, ha aumentado de forma alarmante en los últimos años: en 2021 se consumió un 22% más que diez años antes.
También está la adicción al alcohol, que aunque sea legal, no por ello deja de ser una sustancia terrible, que causó más muertes en 2020 que la propia pandemia.
Puedes ser adicto al juego, al trabajo, al deporte… el abanico es amplio.
Incluso nos podemos “enganchar” a determinados pensamientos o emociones de forma persistente. Esos pensamientos “rumiativos” que no cesan, te pueden impedir a veces hasta conciliar el sueño.
También se sabe que las relaciones tóxicas de dependencia son de las adicciones más potentes que existen para el cerebro, con efectos muy similares a los de las drogas.
Y no hace tantos años que apareció la adicción a los móviles. Los números son alarmantes: casi 8 millones de españoles se consideran ya adictos a sus dispositivos.
Las redes sociales secuestran tu atención de una forma poderosa. Esto se debe al aumento en el cerebro de la dopamina: una sustancia que nunca se sacia, siempre pide más, consumiendo horas de tu vida de forma absurda.
Pero, ¿dónde está el origen de las adicciones a las que parece que no se le encuentre una solución?¿Se trata de una enfermedad?¿Es una cuestión de genética? ¿O simplemente son malos hábitos arraigados?
El tema parece que no está aún muy claro.
Tengamos en cuenta que las adicciones existen desde los inicios de la especie humana.
Se estima que el consumo del alcohol se inició hace 10 millones de años, antes de que el hombre abandonara la vida nómada.
Sin embargo, solo hace 200 años que la adicción se considera enfermedad, y muchos científicos ya cuestionan esta concepción.
Que te digan que te has provocado tú ese daño y además de forma crónica, es algo que provoca muchos sentimientos de culpa.
Me presento: mi nombre es Marisa Grueso, soy psicóloga y psicoanalista.
Durante diez años como terapeuta he escuchado muchas historias, y junto a la investigación que he realizado, he llegado a algunas conclusiones interesantes en torno a las adicciones.
De hecho, hace poco he publicado un libro sobre el origen de las adicciones. Se llama HOMO ADDICTUS.
A través de películas míticas, series y relatos de pacientes podrás descubrir razones sobre el origen de las adicciones sobre las que nunca antes habías pensado.
Para protegerte de aquello que de alguna forma te hacía daño en la niñez, la mente te dotó de mecanismos de defensa, que básicamente son cuatro: sumisión, evitación, lucha y bloqueo. Veamos uno a uno…
En el caso de la sumisión, te puede pasar lo que le ocurría a Frida Kahlo, que intentaba agradar a los demás como forma de ser aceptada. Así, soportó años de infidelidades y maltrato psicológico por parte
de su marido, el famoso pintor Diego Rivera.
Si tu mecanismo ha sido la evitación harás lo mismo que Beth Harmon, la protagonista de Gambito de Dama: refugiarte en el trabajo, en el alcohol o en las drogas, evitando el contacto con las personas, a las que en el fondo temes.
En el caso de que tu mecanismo haya sido la lucha, puede pasar como en el caso del Lobo de Wall Street. Que buscaba de forma incansable el éxito en la vida como forma de compensar sus carencias de afecto. En el fondo era un niño que nunca creció, lleno de miedos.
Por último, está el mecanismo de bloqueo, cuando existió una infancia tan dolorosa, que lo único que pudo hacer el niño fue congelarse, como forma extrema de supervivencia. Es lo que le ocurre al protagonista del Club de la Lucha, que vaga por la vida como un zombi.
Cuando vives en modo supervivencia, porque has sufrido demasiado en la infancia, no puedes VIVIR la vida.
La adicción se convierte así en una huida desesperada de la insoportable sensación de vacío. Necesitas algo para evadirte, para cambiar un paisaje interno desolador.
Estoy convencida de que la solución de los problemas psicológicos se encuentran en su origen: la infancia.
“Una vida sin examinar no merece ser vivida”, decía Sócrates. Pues ésa es la forma de tratar las adicciones: revisar la historia vivida, poniendo especial énfasis en la etapa infantil, pues ahí se halla el origen profundo del malestar psicológico.
Y es que si la sociedad de verdad tomase conciencia de la importancia de la infancia problemas como las adicciones podrían ser evitados o mitigados en gran medida.
“¿Qué es realmente la adicción? Una señal, un síntoma de angustia. Es un lenguaje que nos habla de una situación que debe entenderse” Alice Miller